Heme aquí en estas soledades pensando en si la edad ha hecho presa en mí, pero me doy cuenta que la culpa de todo la tiene Bradbury y haber leído «El Árbol de las Brujas» muy joven y que su final golpeara mi alma como una maza sobre un cristal…ese libro me desveló el paso del tiempo cuando justamente eso, el tiempo, era en lo único en lo que no pensaba.
Y aquí estoy, mirando hacia atrás y hacia adelante mientras lloro con una sonrisa en la cara y el tráiler de la serie Willow en bucle…sí, en bucle. Obviad si fue un éxito o no, lo que queráis pensar es solamente vuestro. Willow es una de esas aventuras que me sigue emocionando…por todo.
En mi caso ese tráiler me hizo llorar, y lo sigue haciendo todas las veces que lo veo/oigo, sin remedio y sin querer que no suceda. Me pasa una y otra vez, cuenta todo lo que debería ser nuestro tránsito en 2 minutos y 9 segundos…y encima con una banda sonora que me produce escalofríos, me hace querer correr, gritar y decirle al mundo que juntos podemos, que sí podemos enfrentarnos a la oscuridad, que juntos somos más, que da igual lo separados que estemos o quiénes seamos si vamos a una podemos ofrecer resistencia. Me hace creer y sentir que valemos más si colaboramos, que si luchamos podemos perder, pero también que presentar batalla supone sembrar o encender la chispa de algo más grande. Willow es un personaje lleno de inseguridades, «pequeño» en un mundo muy grande y con poca confianza en sus posibilidades. Su viaje le hace ver que -aún lejos de ser otra persona- es muy valioso para su entorno, para quienes se cruzan en su camino y para quienes han llegado detrás de él.
Enfrentarse a las adversidades tiene un precio, y ante lo inminente y terrible que se avecina a menudo nos preguntamos si sirve de algo batallar. Gmork lo decía en referencia a la Nada en la película «La historia Interminable»:
GMORK: Pequeño necio, qué sabes tú del PAIS DE LA FANTASIA. Es el mundo de la fantasía humana. Cada parte de su reino, cada criatura, no es más que un trozo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por lo tanto, no tiene fronteras.
ATREYU: ¿Por qué se está muriendo FANTASIA entonces?
GMORK: Porque los hombres han empezado a perder sus esperanzas y a olvidar sus sueños, por eso la NADA avanza cada día más.
ATREYU: ¿Qué es la NADA?
GMORK: El vacío que queda, como una ciega desesperación que destruye este mundo, yo lo odio y por eso ayudo a la NADA.
ATREYU: ¿Por qué?
GMORK: Porque las personas que no tienen ninguna esperanza son fáciles de dominar y quien tiene el dominio tiene el poder.
Quizá esa es la mayor fuerza del ser humano, una fuerza que me resisto a creer que se apaga, la Esperanza.
La hoja de un libro se rompe fácilmente si la cogemos entre nuestras manos, un libro entero es casi imposible de romper por mucho que lo intentemos. Los Hombres Grises lo hacían en Momo y es algo que supone la mayor amenaza de nuestra historia: que nos roben el tiempo.
Y ahora vuelvo a Willow, olvidad la serie y centrémonos en el tráiler por favor: cerrad los ojos después de darle al play y dejaos llevar, después volved a estas letras. Venga, corred, os espero…
¿Ya? ¿Habéis volado y sentido la música en vuestros huesos?¿ Habéis vibrado en vuestros recuerdos si tenéis mi edad o generación? ¿Qué os ha cruzado la mente? Apostaría que algo épico, con aventuras, miedo, emoción, intriga, lucha, alguna risa y siempre una imparable fuerza por no rendirse, por seguir adelante y por hacerlo con gente que esté a vuestro lado.
«How you’ll defeat us?» le espetan los malos a Willow, y su respuesta es la más poderosa que existe: «same as last time: with my friends».
Podemos transitar este camino al Oeste solos, pensando que no necesitamos a nadie y que nadie nos necesita…pero no es así. Biológicamente necesitamos de quienes nos rodean para desarrollarnos como seres vivos, como entidades sentientes biológicamente funcionales porque nuestras neuronas necesitan de la interacción. No hay discusión…el ser humano es un ser social. Odiar y discriminar es educativo, lo es la religión y muchas otras cosas. El sentido de trascendencia es humano e inherente a nuestra naturaleza. Willow se pregunta para qué luchar, para qué sacrificar su paz y su equilibrio sabiendo que puede fallar. Cuando esas preguntas aparecen el bien mayor al que se enfrenta, ese adversario temible que anida en sus cicatrices e inseguridades le muerde haciéndole dudar… Hay quien dirá que es la sabiduría de las batallas perdidas las que hacen que Willow dude y se plantee si hay una posibilidad, si de verdad el esfuerzo merece la pena…y finalmente la respuesta es clara: yo fui quien pidió ayuda y la tuve, fui parte de un cambio que empezó por algo pequeño..
El ser humano es más que lo que vemos; es lo que sentimos, lo que vivimos, a lo que aspiramos, somos nuestras lágrimas, nuestras risas y abrazos, nuestros poemas, nuestras canciones, nuestras derrotas y nuestras victorias, nuestras voces pidiendo socorro y ante las adversidades del mundo nuestra mayor fuerza es estar juntos.
Nacemos y morimos solos, es inevitable….nadie lo puede hacer por nosotros (ya, una obviedad…¿Y qué?) y por ello es precioso este viaje, da igual las creencias que tengamos, nuestra esperanza es hacer de él, de nuestros pasos algo que perdure, algo que deje una semilla o chispa que haga que nuestros pasos nos superen. No digo que sea bonito, digo que es precioso por el valor que conlleva abrir los ojos al valor que tiene el paso del tiempo y lo que supone.
Hay gente que piensa que son los hijos nuestra manera de perdurar, de ser inmortales y llegar más allá de nuestras vidas…puede ser, yo creo que nuestra manera de «vivir más allá de nosotros» radica en lo que compartimos, en lo que aprendemos y hacemos. No podemos estar seguros de hasta dónde algo pequeño e insignificante como una sonrisa a un extraño, una caricia a alguien que la necesita, una canción a quien está lejos y no podemos tener cerca, sentir que estamos aquí y ahora con un propósito mayor que una profesión o una nómina…
Estos tiempos no ayudan a pensar de forma que no veamos «engranajes y frío acero», un tiempo en el que parece que las personas debemos producir como herramientas y así una y otra vez, día tras día sin otro objetivo que formar parte de la cadena…
La Nada se ha hecho un sitio: nuestra esperanza se ha agrietado, los Hombres grises ganan terreno y el Harano (como bien describían los Garou en Werewolf) se alimenta y destruye nuestros colores… Carmesina, a quien os animo a descubrir, lo decía en el libro «Los Colores Olvidados»…y Sandman, mi bien amado Morfeo, en su famoso duelo.
Morfeo, después de 70 largos años aprisionado por una sociedad secreta de magos, ha conseguido escapar y está en búsqueda de sus tres objetos de poder: el yelmo, el saco de arena y el rubí. Este viaje le lleva a adentrarse en el infierno para conseguir el yelmo que está en posesión del demonio Choronzon. Para recuperarlo, el demonio le reta a un duelo, donde por turnos tienen que nombrar criaturas que puedan destruir al del contrincante. El duelo va escalando de más pequeño a más grande, de más inofensivo a más mortífero. (Un lobo, un cazador, una mosca, una araña, una serpiente, un buey, el virus del anthrax). En un momento dado Morfeo cambia de estrategia, sabe cómo puede ganar al demonio. Escoge ser un planeta. Choronzon a una super nova, Morfeo entonces elige ser el universo y Choronzon contraataca con ser la anti-vida, el final de toda creación. ¿Qué puede derrotar a lo que acaba con todo? El demonio cree que ha ganado.
“Soy la esperanza” dice Morfeo.
El demonio se queda mudo. ¿Qué puede vencer a la esperanza, a la última luz que impulsa en las más terribles situaciones?
Y ante algo así cabe preguntarse si nosotros la hemos perdido…yo me resisto a perderla, soy un idealista y un soñador. Mi «fuerza» radica en creer, en creer egoístamente que lo que hago puede cambiar algo, que de todas esas personas que pasan por mi aula alguna puede ir más allá…el mundo cambia porque las personas que lo habitan cambian. Sí, lo sé…»menudo pardillo» pensará alguien, ¿y qué?
Yo creo en ello, creo en la grandeza del ser humano para lo terrible y para lo maravilloso. La imaginación es la capacidad más terrible y más fantástica que tenemos; somos capaces de volar y de destruir, de sembrar y de arrancar, de soñar y de desesperarnos. Somos frágiles, finitos y falibles…y quizá sea una de las maravillas que hacen que exista el Arte en su más amplio término. La música, la poesía, la pintura, la expresión de lo que somos mediante diferentes espacios, materiales y momentos… la condición humana está hecha de sentimientos y no solamente de conocimientos. Somos un todo indisoluble…y la Esperanza es parte de ello.
Necesitamos sentirnos humanos y no solamente serlo. Nuestra humanidad radica en lo que podemos sentir y hacer sentir, en recordar y hacer que nos recuerden, en construir más allá de lo material…porque construir significa que intentamos «crear» algo sólido y que nos dé «refugio» y seguridad: amor, amistad, sentirnos útiles… porque en los lugares más oscuros la única luz que brilla es la que podamos llevar con nosotros.
Vuelvo a Willow y al tráiler, incluso a la serie y algunos de sus momentos si me apuran, nunca la Oscuridad fue derrotada en solitario, hay una fuerza empujando a ese/a protagonista. Hay una poderosa marea que lo impulsa y le anima a levantarse y a seguir, una voz que le recuerda que «vivir es urgente» como decía Pau Donés, un viento en las velas de su navío que le ayuda a no desfallecer, una luz encendida en medio de la oscuridad como un desafío, un abrazo esperando cuando nos rompemos, una canción que nos transporta a donde estuvimos, un olor que nos acerca a quienes ya no están, un sabor que hace que recordemos, un libro que nos envuelve, una serie que nos ofrece tiempo compartido con presentes, ausentes o distantes…la fotografía de quienes fuimos y que abrazamos desde quienes somos…hay tanto por ofrecer, tanto por reivindicar, tanto por vivir desde donde estemos que no hacerlo es casi un insulto.
Sí, el mundo no es amable…hay personas que no tienen posibilidades de poder tener un instante de asueto en el que sentir que hay algo bueno en sus vidas, que nada de lo que hacen o quieren puede lograrse. Sí, es verdad….no somos iguales. Nacer en la Cañada Real, Las 3000 viviendas, en el barrio de Salamanca o en un pueblo de 500 habitantes no nos pone en la misma situación de salida. En efecto, no todo lo que se quiere se puede… pero quizá haya alguien que se cruce en tu camino y te ayude en algo, que te anime a algo, que te acompañe en algo y tu mundo pueda cambiar un poco…
Las aventuras que nos quedan por vivir no se miden por dónde, no hace falta ir a un país extranjero, luchar contra monstruos terribles o enfrentarse a titánicas y épicas epopeyas…. ya lo decía Gandalf: «son las pequeñas muestras de bondad y amor cotidianas las que mantienen la oscuridad alejada«, y esa sí es una buena aventura por la que decidir dar un paso adelante. Convocar a nuestros amigos/as y embarcarnos en un camino que nos llevará más allá de quienes somos, más allá de nuestras costas y más allá de lo que pensábamos. Ese primer paso será mantener a la Oscuridad alejada, no dejando espacio para que nos devore…
No nos equivoquemos, somos luz y sombra, es inevitable…tenemos que aprender a vivir con el día y la noche, aceptar el ciclo y decirle al mundo pasado, presente y futuro que sí podemos hacer de nuestra vida una aventura.
Y repito lo que dice Willow en el tráiler: lo haremos juntos. Joder, claro que sí…juntos, cada uno desde su rincón de mundo, desde su parcela de vida y desde su tiempo… cambiamos el mundo que nos rodea y a quienes «tocamos» con nuestras acciones…
Nuestro camino al Oeste es inexorable, hagamos que la luz del Otoño no nos haga desfallecer ni pensar en el inevitable invierno, pensemos en lo que sembramos, en lo que damos, en lo que ofrecemos y ofrecen, tengamos música, abrazos, un espacio aunque sea pequeño en el que sentirnos acompañados y humanos…no perdamos los colores… cada estación tiene el suyo, en esta Alianza de quienes encontramos en nuestro camino aprendamos de lo que nos ofrezcan nuestros pasos. «Viaje antes que destino» decía Sanderson en una de sus sagas literarias, quizá deberíamos intentar en la medida de nuestras posibilidades ser conscientes de ello.
Lo sé, lo sé…es una esperanza…la mía vive en mis aulas, en cada año en el que mis alumnos no envejecen pero yo me hago más mayor, cada año niños tienen las mismas edades en una burbuja de tiempo en la que me siento gastado más allá de lo físico, pero en esa burbuja está la esperanza de la vida, la esperanza de chispas por encender y semillas que crecerán…es en lo que creo y hace que pueda enfrentarme a mis «enemigos»: la Esperanza de saber que quizá algo de lo que hago o intento en las aulas es por un bien mayor, por pequeño que sea, y que quizá mis pasos serán parte del eco de todos los que caminen sus vidas tras haberme regalado un poco de su tiempo siendo su profe.
Esa es mi Esperanza y lucharé por ella con todas mis fuerzas. Quizá solo no pueda, pero seguro que no lo estoy…en algún lugar, en algún momento, de alguna manera sé que alguien está luchando por lo mismo con sus propias armas…y hace que no me sienta solo. Willow no se rinde, descubre que parte de su éxito radica en sus compañeros/as de camino y del viaje que han compartido…pese a que él sea el protagonista de sus pasos saber que en la misma dirección hay otros que le acompañan siempre ayuda a sacar fuerzas de flaqueza.
Nos necesitamos, así de sencillo: lo que nos hace humanos es tener Esperanza…