«Carta mis maestr@s:
La educación es un poder inmenso…es una llave a la inmortalidad pues a través de lo que enseñamos y aprendemos podemos hacer que otros puedan vivir más allá de nosotros sin estar nosotros presentes, el transmitir conocimientos hace que las generaciones puedan tener una base a la que acudir, consultar y edificar…la educación es la base para que el conocimiento perdure más allá de las personas y aquellos entregados individuos que consagran su vida, su día a día a poder «construir» las bases de las personas son, somos, l@s maestr@s, las familias y los referentes educativos…sin ell@s la sociedad estaría mucho más perdida…
Transmitir esos conocimientos engrandece al ser humano en su contexto, le abre la mente, el corazón y las miras para que valores humanos universales crezcan y florezcan, ayuda a la curiosidad y hace que, sin saberlo, aparezcan grandes personajes de la historia…mientras de manera anónima personas como vosotros siguen aportando su granito de arena día a día…
Dicen que cuando una vida se apaga muchas veces se olvida quien era esa persona…que sólo perviven sus obras, y con suerte, si éstas se conocen…yo no sé qué pasará mañana, no sé dónde estaré, dónde acabaré mis días…pero sé que me acompañais por que escribisteis con vuestra experiencia algo en mí que me hace ser quien soy…fuistéis mis maestr@s, mis profesor@s, me regalasteis tanto que ahora no cabe aquí todo lo que habéis hecho….vivís en cada uno de vuestr@s alumn@s, de esos cientos, miles que han pasado por vuestras manos y voces…y ahora que tantos años han pasado sólo puedo imaginar cuánto habréis hecho o intentado hacer por cada uno de ellos…además de batallar con vuestras situaciones personales, con las trabas de la burocracia, con lo que los años han puesto en vuestro camino…y aún así aquí estáis…dedicándole unos minutos a las letras de un ex-alumno que no os olvida y que se ha propuesto que jamás caigáis en el olvido por que no hay mejor lección que enseñar, que dejar patente las huellas de las personas en nuestras vidas para hacerlas inmortales.
Y para mí vosotros ya lo sois.»
